LA ENFERMEDAD DEL PECADO

Existe una enfermedad que la padecemos todos, todos los seres humanos. No se le escapa absolutamente nadie. 

¿De qué enfermedad se trata?

Pues nada más y nada menos que de una que entristece el corazón, que amarga la vida, que lleva a la frustración, que lleva a la Muerte. Y se llama El Pecado, La Enfermedad del Pecado.

En Lucas 7: 36-39

"Un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró en casa del fariseo y se reclinó en el sofá para comer. En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies, y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secarlos con su cabello. Luego le besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume. Al ver esto el fariseo que lo había invitado, se dijo interiormente: «Si este hombre fuera profeta, sabría que la mujer que lo está tocando es una pecadora, conocería a la mujer y lo que vale.»"

Todos nosotros somos como esa mujer pecadora. Todos hemos cometido errores, hemos fallado y hemos pecado. Pero la clave para sanar esta enfermedad espiritual se encuentra en los actos de la mujer: acercarse a Jesús, tocarlo y llorar delante de Él en señal de arrepentimiento.

El pecado nos hace sentir vergüenza y culpa. Nos aleja de la paz y la alegría que Dios quiere para nosotros. Pero no estamos condenados a vivir con esta enfermedad para siempre. Dios nos ofrece el remedio.

Las consecuencias del pecado pueden ser devastadoras. Nos lleva a la oscuridad, a la muerte, nos hace sentir solos y desesperados. Afecta nuestras relaciones con los demás y con Dios. 

La buena noticia es que hay un camino hacia la sanación y la liberación. Jesús nos muestra este camino en este pasaje Bíblico. Y consiste en seguir tres pasos sencillos pero poderosos:

  • Acércate a Jesús: No importa cuán lejos sientas que estás de Dios, Él siempre está dispuesto a recibirte. Da el primer paso para acercarte a Él en la oración y en especial en la Confesión.
  • Toca a Jesús: Esto significa dejar que Jesús entre en tu vida. Permite que su amor y su gracia te toquen profundamente. Abre tu corazón a Él.
  • Llora delante de Él: No tengas miedo de mostrar tu arrepentimiento. Reconoce tus errores y pide perdón con humildad. 

No estamos solos en esta lucha contra el pecado. Dios nos ama incondicionalmente y siempre está dispuesto a perdonarnos y sanarnos. Si nos acercamos a Él con un corazón sincero, Él nos transformará y nos dará la fuerza para superar los Pecados que nos atan.

No permitas que el pecado te controle. Busca la Confesión, habla con un Sacerdote y acepta la gracia sanadora de Dios. Levántate, sé valiente y enfrenta esta enfermedad con la certeza de que el amor de Dios es más fuerte que cualquier Pecado.