Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades, ya sean corporales cuando compartimos nuestros alimentos o ropa, o espirituales cuando damos un consejo o consuelo.
Las obras de misericordia se dividen en dos: Las Corporales y las Espirituales.
Dentro de las Obras de Misericordia Corporales encontramos siete, las cuales son:
1. Visitar a los enfermos, es decir, darles atención y sobre todo compañía.
2. Dar de comer al hambriento, darle algo de comer a quien tiene hambre.
3. Dar de beber al sediento, darle algo de beber a quien tiene sed.
4. Dar posada al peregrino, si es que alguien necesitará un lugar donde quedarse. El acto de amor más bueno que puedes hacer es invitarlo a tu casa. Eso sí, tomando tus precauciones.
5. Vestir al desnudo, o sea, darle ropa a quien lo necesite.
6. Visitar a los presos, son personas que cometieron uno o más errores, pero no por eso debemos abandonarlos. Dios no lo hace.
7. Enterrar a los difuntos, debemos darles una digna sepultura a quienes ya nos dejaron para irse con Dios. Y esto es importante porque alguna vez ese cuerpo fue casa y templo del Espíritu Santo.
Las Obras de Misericordia Espirituales también se dividen en siete:
1. Enseñar al que no sabe, ya sea un niño o una persona mayor. Si tenemos la posibilidad, hay que enseñar lo que sabemos.
2. Dar buen consejo, al que lo necesita. Todos tenemos problemas y a veces necesitamos un buen consejo que nos ayude a seguir adelante.
3. Corregir al que se equivoca, corregir con amor, enseñarle en qué se equivocó y cómo puede arreglarlo.
4. Perdonar al que nos ofende, perdonemos a quienes nos ofenden porque de esa misma manera Dios nos perdonara a nosotros.
5. Consolar al triste, cuando venga alguien con un problema. Hazles saber que estás ahí con El/Ella.
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo. Todos tenemos defectos y hay que aceptarlo en los demás. Eso sí, si esos defectos están causando más daño que bien, hay que saber corregir con amor.
7. Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos. Oremos por todos los que conocemos en vida y también por los que ya nos dejaron.
Jesús mismo practicaba todas estas obras de misericordia. Así que, si las hacemos, seremos más parecidos a él. Y a la vez seremos mejores personas, y mas si las hacemos con amor.
La Cuaresma es el tiempo propicio para realizar actos de misericordia.
La Iglesia nos invita a llevar practicar estas acciones en Cuaresma, ya que la máxima expresión de amor es entregarnos a nosotros mismos. Jesús mismo les dijo a sus apóstoles:
"Nadie tiene un amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos". Juan 15, 13-14
Las obras de misericordia son actos hechos con amor y caridad hacia los demás. Y lo mas interesante es que cuando las hacemos con los mas necesitados se las hacemos al mismo Cristo:
"Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.»
Entonces los justos dirán: «Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fuimos a ver?
El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.»" Mateo 25, 35-41