¿PARA QUÉ SIRVE COMULGAR?

La comunión es un pilar fundamental de nuestra fe cristiana católica. Sin embargo, en ocasiones, podemos caer en la rutina y perder de vista la importancia y los efectos profundos que tiene este sacramento en nuestras vidas.

En este artículo, exploraremos detenidamente por qué es esencial comulgar en Misa y cómo esta práctica transforma nuestras vidas de maneras que a menudo pasamos por alto.

Al comprender los efectos de la comunión, podemos renovar nuestro aprecio por este acto sagrado y buscarlo con mayor devoción.

Comulgar Fortalece nuestra unión con Cristo

El primer y más fundamental efecto de la comunión es el fortalecimiento de nuestra unión con Cristo. Cuando comulgamos, no solo recibimos un pedazo de pan y un poco de vino, sino que, nos unimos a Jesús de una manera profunda y espiritual.

A menudo, con el tiempo, podemos olvidar la intensidad de esta unión. Sin embargo, es importante recordar cómo nos sentíamos en nuestra primera comunión, cuando experimentamos la emoción y la expectativa de acercarnos al Señor. Ese anhelo inicial no debe desvanecerse con el tiempo; más bien, debemos buscar mantenerlo vivo y vibrante.

La comunión nos ofrece la oportunidad de conectarnos directamente con el amor de Cristo y experimentar su presencia en nuestras vidas de manera personal.

Al ser conscientes de este profundo vínculo, podemos renovar nuestro compromiso de buscar a Dios en la Eucaristía y abrirnos a los efectos transformadores que esta comunión tiene en nosotros.

La Comunión nos ayuda a evitar el Pecado

Un segundo efecto crucial de la comunión es su capacidad para purificarnos del pecado. Al comulgar, todos nuestros pecados veniales se borran.

Esto se debe a que al recibir la comunión, estamos acercándonos a la misma Caridad y el Amor que borran nuestros pecados. No debemos subestimar el poder de esta limpieza espiritual. Renovar nuestra alma de esta manera debería ser un recordatorio constante de la necesidad de buscar la comunión con regularidad.

Además, la comunión nos aleja del pecado mortal. Al recibir a Jesús en nuestros corazones, experimentamos una fuerza divina que nos ayuda a resistir la tentación y el pecado.

Este poderoso auxilio es una razón más para buscar la comunión frecuente, ya que nos fortalece en nuestra lucha contra el mal y nos acerca a una vida de santidad.

Cuando Comulgamos se Fortalece nuestra Unión con la Iglesia Universal

La comunión también nos conecta con la Iglesia Universal, el cuerpo místico de Cristo. Cuando comulgamos, nos unimos a todos los cristianos en todo el mundo, así como a aquellos que han comulgado a lo largo de la historia. Este es un regalo inmenso que a menudo pasamos por alto.

Al participar en la comunión, nos convertimos en parte de la tradición continua de fe que se remonta a la Última Cena en el Primer Jueves Santo. Esto debería inspirarnos a valorar aún más la comunión y a sentirnos unidos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, independientemente de las diferencias geográficas o culturales.

Adquirimos un compromiso con los Pobres

Otro efecto transformador de la comunión es su llamado a comprometernos en favor de los pobres. Al recibir a Jesús, recibimos su amor y su compasión. Esto nos impulsa a cuidar de aquellos que más lo necesitan en nuestra sociedad.

Como cristianos, no podemos ser indiferentes ante la miseria y el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas. La comunión nos desafía a actuar, a ser apóstoles en bien de los pobres y a mostrar el amor de Cristo a través de nuestras acciones.

Este compromiso con los necesitados también aumenta nuestro deseo de recibir a Jesús en la comunión. Cuanto más nos identificamos con los menos afortunados y compartimos su carga, más profundamente experimentamos el amor de Cristo en nuestras vidas.

La comunión en la Misa es un acto sagrado que tiene múltiples efectos transformadores en nuestras vidas. A través de ella, fortalecemos nuestra unión con Cristo, nos purificamos del pecado, nos conectamos con la Iglesia Universal y nos comprometemos con los pobres. No debemos subestimar la importancia de este sacramento en nuestra vida espiritual.

Es fundamental recordar que la comunión no es solo un acto rutinario, sino una oportunidad para experimentar la presencia viva de Jesús en nuestras vidas. Debemos esforzarnos por recibirlo con corazones abiertos y agradecidos, reconociendo los innumerables beneficios que nos brinda.

Al hacerlo, cultivamos una fe más profunda y una conexión más íntima con el Salvador, permitiendo que su amor y gracia transformen nuestras vidas de manera continua.

La comunión es, en última instancia, un regalo divino que no debemos dar por sentado, sino valorar y buscar con devoción en nuestra vida.