El Cristiano está llamado a servir

El servicio es una característica básica de todo buen Cristiano. El cristiano está llamado a servir porque está llamado a amar, y la palabra servir y la palabra amar están muy unidas. No se puede servir sin amar y no se puede amar sin servir.

El que sirve, lo hace porque ama, y ama porque sirve. Es una característica que le sale sola al Cristiano, que no tiene que esforzarse porque es propio de él.

Un cristiano es aquel que puede ser virtuoso sin ningún esfuerzo, aquel que puede servir con alegría. No se trata de servir con resignación, no de servir porque toca, sino de servir con alegría.

Propio del Cristiano es amar con alegría, es entregar la vida. Pero eso, solo lo puede hacer Jesucristo en cada uno de nosotros.

Estamos llamados a Servir a los Demás

Nosotros estamos llamados a servir a los más necesitados, a servir a aquellas personas que Dios ha puesto en nuestro camino y que necesitan nuestro amor.

Esos más necesitados son nuestro prójimo. Estamos llamados a servir al prójimo. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" nos enseño Jesucristo. Ese amor al prójimo es el servicio. 

El servicio, hemos creído siempre, que es hacer muchas cosas, andar afanado haciendo y haciendo. El activismo, como Marta en el Evangelio, que hacía y hacía cosas, y resulta que la que verdaderamente estaba sirviendo era la que estaba escuchando a los pies del Señor, María. El servicio no es solo hacer muchas cosas; el servicio es también: amar, dar la vida.

El cristiano no espera nada a cambio de su Servicio

Servir sin esperar nada a cambio. El cristiano no necesita que lo alaben por su servicio, no necesita que le digan qué bien hace las cosas, qué bien ha servido.

El cristiano sirve callado, humilde, sencillo, incluso desde el fracaso. Cuanto más fracaso experimente el Cristiano a la hora de servir, más servicio está haciendo.

Como dice el Evangelio, "Siervos inútiles somos, no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer." El cristiano sirve por naturaleza, por naturaleza cristiana, porque su esencia es servir, porque su esencia es amar.

La esencia de Dios es el amor y nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. La esencia de Dios está dentro de nosotros, el amor está dentro de nosotros. Por eso, si el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo, está en nosotros, podemos amar, podemos servir, y podemos servir haciendo lo que tenemos que hacer. Podemos servir sin esperar nada.

¿Qué puedo hacer por mi Parroquia? 

Sabemos que a los apóstoles no les tocó fácil cuando comenzaron a formar la Iglesia. Fue su amor a la cruz y la gracia del Espíritu Santo lo que los mantuvo firmes en propagar la fe en las primeras comunidades cristianas. 

Pero el éxito de esas primeras comunidades no fue solo gracias a la acción de los apóstoles, sino de toda la comunidad, donde todos tuvieron un rol activo. Precisamente porque en el plan de Dios todos aportamos.

¿O creen que habría bastado con que aquellos que escucharon a Pedro retransmitieran las palabras de Jesús y se quedasen quietos, o que luego de comer el pan de vida solo regresaran a casa? Seguramente no. Entonces, ¿No deberíamos todos tomar ese rol de ayuda en la misión de nuestra comunidad Cristiana, de nuestra parroquia?

Los contextos históricos de hoy son distintos a los de hace 2000 años, pero aún hoy se sigue trabajando muy duro en propagar la fe. Desde nuestra parroquia podemos hacerlo; ella necesita de nosotros más de lo que creemos. 

Lo siguiente son cuatro consejos que pueden ayudarte a comenzar a Servir en tu Parroquia:

1. Ora a Dios:

Aunque Él quiere que sirvas en su reino, solo Él puede decirte de qué forma. Quizá ya lo hagas con alguna misión en particular y Él quiera dejarte allí. Pero solo pidiéndole luz en la oración lo descubrirás.

La oración también te ayudará a dejar esos típicos temores iniciales: como que no te da el tiempo, temor a hacerlo mal, temor a pasar vergüenza. Ese mismo temor lo tuvieron Jeremías, Moisés, o incluso el mismo Jesús justo antes de su pasión. Fue precisamente la oración la que los animó.

2. Descubre tus Dones:

A cada uno se nos da una manifestación del Espíritu para el bien común, un don. Pedro no siempre supo lo bueno que era para dirigir, lo descubrió justo después de haber empezado su misión.

Dios puede hacer mucho a través de ti, sin importar lo que sea, con tu voz, con los hermosos arreglos florales que sabes hacer, etc. La parroquia necesita no solo al párroco, sino también a fieles laicos que lo apoyen.

3. Habla con tu Párroco:

Tu párroco es quien mejor te puede acompañar en tu proceso de discernimiento. Nunca adivinará en qué quieres ayudar. Cuando hables con él, explícale tu intención, coméntale de ti, de tus aptitudes y habilidades. 

Al fin y al cabo, "Fracasan los planes cuando no se consulta y se logran cuando hay consejeros" Proverbios 15, 22.

Ora también por él, para que Dios lo ilumine en el consejo que te dé.

4. Conoce los Grupos Parroquiales:

Dar catequesis de primera comunión a niños no es lo mismo que visitar a enfermos de la comunidad. Cada grupo parroquial tiene su Carisma, a veces diferente de las otras comunidades, no obstante, todas son parte de un mismo objetivo.

Es bueno que investigues que hace cada grupo, cuándo y dónde se reúnen o hacen sus actividades, los requisitos para formar parte de alguno, etc. para que puedas descubrir con cual servicio te identificas mas.

Hermanos sirvamos siempre que podamos, siempre que haya oportunidad sin esperar nada a cambio a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo.